¿Qué tiene que pasar para que dimitan?

Probablemente no se vivía una situación como la actual desde los últimos años de gobierno de Felipe Gonzalez, cuando a la crisis económica se sumaba el conocimiento de múltiples casos de corrupción que afectaban a casi todas las esferas públicas y de gobierno y cuando las revelaciones sobre los GAL apuntaban directamente al Presidente. A los que ahora se llevan las manos a la cabeza con el encarcelamiento de Bárcenas y la postura al respecto de los dirigentes populares les recuerdo la entrada de Vera y Barrionuevo en prisión arropados por gran parte de la cúpula del PSOE. No hace falta que me explaye en el  contexto económico actual, la contestación social a gran parte de las medidas del gobierno y, lo peor de todo, la sensación de podredumbre que invade la vida política española provocado, en gran parte, por la trama Gürtel y el escándalo Bárcenas sin olvidarnos de la trama de los ERE en Andalucía, Urdangarín y otros casos varios. Con esto no pretendo comparar a unos con otros, ni quiero que me llamen nostálgico ni pretendo entrar en el deporte nacional del "y tú más". Mi intención es recalcar que en España, ya se puede caer el cielo sobre nuestras cabezas que no dimite nadie ni, tan siquiera, es capaz de reconocer sus errores. Y yo me pregunto, visto lo visto, ¿qué tiene que pasar para que alguien dimita? Por si nuestros políticos tienen dudas les daré unas pistas.

¿Veremos una imagen como esta alguna vez en España?

El caso más paradigmático en las democracias occidentales de la dimisión de un mandatario no lleva aparejados ni muertos, ni secuestros, ni robos, ni desfalcos de las arcas públicas, no. El escándalo que acabó con la dimisión de Richard Nixon en agosto de 1974 salió a la luz tras la detención de cinco hombres en las oficinas del Comité Nacional del Partido Demócrata, situado en el complejo Watergate. Nixon reconoció haber participado en en el encubrimiento del espionaje en la oficina demócrata incluso utilizando a la CIA para desviar la atención del FBI, que apuntaba a la Casa Blanca. Es decir, el máximo dirigente del país más poderoso del mundo dimitió por un caso de espionaje político, por valerse de instituciones públicas en su beneficio y, sobre todo, por mentir. 


Pero por si nuestros dirigentes piensan que eran otros tiempos y no se sienten identificados con lo sucedido hace casi cuarenta años al otro lado del charco aquí van otros ejemplos, estos de su admirada Europa incluyendo al país que rige nuestros designios en los últimos años. 

Christian Wulff dimitió acusado de tráfico de influencias, vacaciones pagadas... ¿les suena?
En 2012 Christian Wulff, Presidente de Alemania, dimitió acusado de recibir créditos ventajosos y de dejarse pagar las vacaciones por empresarios con los que mantenía amistad. Cuando la Fiscalía de Hannover anunció que pediría al Bundestag que levantara la inmunidad del jefe de Estado para investigarle por tráfico de influencias se aceleró su decisión. Tráfico de influencias, vacaciones pagadas... ¿les suena?

Hace un mes, el presidente del Senado holandés, Fred de Graaf, anunció que dejaba su cargo tras hacerse público que apartó al líder antimusulmán Geert Wilders de la escolta de políticos que acompañó al rey Guillermo-Alejandro durante su coronación. De Graaf explicó a "De Volkskrant" que la presencia del polémico Wilders junto al monarca habría generado demasiada atención, aún así generó críticas por parte de distintos partidos por haber violado su deber de imparcialidad. Parece grave ¿eh? No como lo de aquí.

Algunos, como Fred de Graaf, dimiten por una cuestión de protocolo
También el mes pasado el primer ministro checo, Petr Necas, anunció su dimisión después de que su jefa de Gabinete fuera a parar a prisión acusada por la Fiscalía de abuso de poder, soborno y espionaje ilegal. Ayer mismo, teníamos noticia de que el primer ministro de Luxemburgo, Jean-Claude Juncker, se encuentra bajo presión para dimitir de su cargo tras ser acusado de perder el control sobre los servicios de inteligencia.

Como vemos son múltiples los casos de dimisión de altos cargos entre los dirigentes europeos acusados de corrupción o de prácticas no acordes con la moralidad o los usos del país en cuestión. Es decir, no son casos aislados como nos hacen creer aquí con su actuación cotidiana. Aunque todo lo dicho por Bárcenas no fuera cierto, el daño que está haciendo a eso que los cursis del gobierno llaman marca España y el desprestigio en el que está cayendo la clase política, unido a la contestación que gran parte de las medidas del gobierno están teniendo incluso por parte de sus propios votantes, hacen necesario someterse a una revalida a este gobierno. Si salen reforzados mejor que mejor, si no, es que no lo merecían. Lo más habitual cuando uno se equivoca es reconocerlo y si robas, mientes o defraudas y te pillan, lo asumes y pagas las culpas. Así lo hacemos el común de los mortales ¿acaso se creen distintos a nosotros? ¿se piensan por encima de la ley? ¿qué tiene que pasar para que dimitan?




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