Amos del mundo, amos de España

El poder siempre ha extrapolado lo que le ha sido útil en un dominio a los nuevos campos y situaciones en donde trata de imponer sus criterios, que en la mayoría de los casos responden a intereses particulares. La tríada formada por el Banco Mundial, la Organización Mundial del Comercio y el Fondo Monetario Internacional y sus actuaciones a nivel global se han transformado en el Banco Central Europeo, la Comisión Europea y el FMI que repite en el ámbito más cercano a nosotros, los europeos. Estos grupos de instituciones fueron realmente creadas para ejecutar las órdenes de los que ostentan el verdadero poder mundial: las multinacionales y los bancos.
 

El otro día, ante la evidencia de problemas de crecimiento, el portavoz del FMI, William Murray, reconoció que, a pesar de los amplios esfuerzos hechos por el Gobierno de Mariano Rajoy, en España “la recesión se profundiza, el desempleo es muy alto y las condiciones financieras siguen siendo frágiles” Según explicó el funcionario del FMI, el restablecimiento del crecimiento en nuestro país “requerirá un camino mucho más gradual” en lo que a consolidación fiscal se refiere y, por supuesto, habrá que implementar “unas reformas estructurales que puedan generar empleo e impulsar la confianza”.

El personal del FMI ahora considera que la caída del PIB español va a ser peor que la prevista y que tendremos una recuperación muy lenta. Reconocen que las distintas medidas de recorte podrían haber lastrado más de lo previsto la posibilidad de albergar algún tipo de crecimiento económico en nuestro país. Es decir, los señores del FMI, después de presionar para que se adoptaran los tremendos recortes con los que nos ha obsequiado nuestro gobierno, ahora echan marcha atrás y nos piden que tomemos medidas para crecer. Su desconsideración hacia los pueblos no tiene límites. Como ya se ha demostrado en otras ocasiones, les damos igual.

Los miembros del FMI, que junto al Banco Central Europeo y a la Comisión Europea, nos han puesto condiciones y extorsionado para que lleguemos hasta donde estamos, ahora reconocen que se les ha ido la mano. Y nuestro presidente sigue enfrascado en la retahíla de “era lo que había que hacer, que estas políticas darán fruto, que hay que tener paciencia…”
 
El ministro De Guindos y la directora del FMI Christine Lagarde
 
Os recuerdo las órdenes del FMI cumplidas a rajatabla por nuestro gobierno: subida del IVA, bajada de sueldos, reducción del déficit mediante recortes y privatizaciones y la adopción de una reforma laboral que tira a la basura los derechos de los trabajadores adquiridos en años y años de lucha contra la explotación (porque según ellos mejoraba el funcionamiento del mercado de trabajo). Ya se ve.

No sé si sabréis que el FMI (los que nos piden esfuerzos, dictan lo que hay que hacer y después se desentienden cuando nos vamos al garete) es una institución con casi 200 estados miembros en la que el poder de decisión es directamente proporcional al poder financiero. EEUU tiene casi un 20% de los votos.

Con el reciente rescate a Chipre ha vuelto el fantasma del corralito argentino. Cuando se produjo el desastre argentino provocado por las políticas neoliberales de De la Rua, el FMI negó cualquier posibilidad de crédito. Impuso reducciones masivas a los presupuestos sociales de educación, de salud, la liberalización de las importaciones, la extensión de las tierras de plantación, la reducción de las tierras dedicadas a la producción de consumo interno y la puesta en práctica de política de austeridad de todo tipo de actividad pública. ¿Os suena? Consecuencias: dos generaciones humilladas y destruidas por los dictados de nuestros amigos. 
 
 
En Brasil también la liaron. El gobierno de Cardoso, siguiendo políticas dictadas por el Tesoro de EEUU consiguió que la cuarta parte de su pueblo sufriera subalimentación grave. A cambio de 15 billones de dólares a un interés del 7,5% el FMI exigió recortes en salud pública, educación, formación técnica, medio ambiente. Por supuesto no se tocaron los privilegios fiscales ni los privilegios de la burguesía brasileña. Consecuencias: crecieron la miseria, la violencia (40.000 asesinatos en 2001) y el hacinamiento en condiciones infrahumanas en las cárceles. En esos momentos, el FMI se vuelve sordo.
 
Como relata Jean Ziegler en su libro “Los nuevos amos del mundo” que os recomiendo fervientemente, el proceder del FMI es siempre el mismo: cada vez que un ministro de economía pide un crédito o la prórroga de una deuda el Fondo Monetario Internacional, éste les quita una parte de la industria o del sector público de su país. ¿Cómo? Sencillo. El FMI exige y obtiene la venta a una multinacional, generalmente de USA o Europa, de industrias o empresas de servicio (transporte, seguros, agua) relevantes de un sector rentable. En Brasil esto ocurrió con el sector público. El gobierno justifica las privatizaciones diciendo que con esos recursos se solucionarán los problemas de los más pobres. En la práctica, una buena parte se va a cuentas privadas en el extranjero de altos dirigentes políticos.

Las duras palabras del señor Ziegler sitúan e identifican al enemigo: “El depredador es la figura central del mercado capitalista globalizado, su codicia es el motor. Acumula dinero, destruye el Estado, devasta la naturaleza y los seres humanos y pudre por la corrupción a los agentes de los cuales tiene necesidad entre los pueblos que domina. Mantiene sobre la tierra los paraísos fiscales reservados para su uso exclusivo”. No hay más ciego que el que no quiere ver.
 
 
 

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