Ser mujer es delito
Mientras en toda Europa nos entretenemos hablando de Eurobonos, déficit y prima de riesgo el verdadero riesgo en la mayor parte del mundo es ser mujer. O más que un riesgo, en algunos países, es casi un delito.
Nos llevamos hoy las manos a la cabeza por el caso de Gulnaz, una joven afgana que, dos años después de haber si violada, ha sido condenada a doce años de cárcel por un delito de adulterio. En un país donde la mujer es tratada como un ser inferior y su palabra no vale nada frente a la del hombre la violación es casi imposible de demostrar y, si la denuncias, pasas de ser víctima a ser culpable. Eso sí, la ley es benevolente: si se casa con su agresor, para más inri marido de su prima, le conmutan la pena. Qué suerte, doce años en prisión o toda la vida con el hombre que te violó.
Hoy nos acordamos de ellas porque Gulnaz, insólitamente, se ha atrevido a contar su experiencia antes las cámaras de la CNN. Es curiosa la visibilidad internacional que obtuvieron las mujeres afganas, paradójicamente, debido al burka que las oculta. Por desgracia este resulta ser el menor de sus problemas. En la época talibán no podían ir a médicos varones y como las mujeres no podían estudiar ni trabajar tenían suerte si encontraban alguna ONG para poder ser atendidas. Si te quedabas viuda y tu familia no tenía a bien acogerte te veías abocada a la indigencia, puesto que no podías trabajar. Incluso no podían salir a la calle si no iban acompañadas por un varón. Hoy hablamos de violación y cárcel pero aún recuerdo el caso, uno entre tantos, de una joven que se escapó con su novio y su propia familia la lapidó para limpiar la humillación que habían sufrido.
Algo de esto ha cambiado desde la invasión americana y la nueva constitución, pero para que ese cambio sea real el gobierno afgano debería tener algún peso fuera de Kabul. Las mujeres siguen sin importarle a nadie. Afganistán se sitúa en la peor posición en las categorías de salud, violencia no sexual y falta de acceso a recursos económicos de la población femenina.
Y mientras, en occidente ¿qué hacemos? Ejercicios de buenismo, escudarnos en que todo es relativo y que depende de cómo lo mires. Con una mano impulsamos una Ley de Violencia de Género y con la otra nos sentamos a debatir sobre la Alianza de Civilizaciones(?) con países que no sienten el más mínimo respeto por los derechos de las mujeres. Y no hablamos siquiera de igualdad, hablamos de supervivencia. Tienes suerte si no mueres en el parto, UNICEF afirma que una de cada once mujeres afganas muere en el momento de dar a luz, ocho de cada diez mujeres y niñas son forzadas a casarse según la organización IRIN y nueve de cada diez reciben castigos físicos, según una encuesta realizada por TrustLaw.
Cuenta José Antonio Marina como preguntaba a sus alumnos si todas las culturas eran igual de respetables y válidas. Por supuesto, en este mundo de lo políticamente correcto, todos contestaban casi al unísono que sí. La siguiente pregunta era si entonces era igual de valido respetar o no los derechos humanos o la igualdad de la mujer y por supuesto la respuesta era negativa. Como el mismo Marina dice “Hemos asistido a una idolatría de las culturas. Todas eran igualmente valiosas. Y esto es una estupidez”
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