CCOO Y UGT ¿En el nombre del trabajador?
Algo tiene que cambiar para que los sindicatos vuelvan a ser de verdad las organizaciones que antaño se dedicaban a la defensa y promoción de los intereses de los trabajadores respecto al empresario. Organizaciones en las que el obrero se sienta representado, en las que los empleados tengan voz y voto, y en las que no se firme nada que sea una marcha atrás en el bienestar de sus representados. Organizaciones que aboguen en la teoría y en la práctica por la justicia social y por la abolición de la explotación laboral.
En la Encuesta de Calidad de Vida en el Trabajo que realiza el Ministerio de Trabajo e Inmigración, cuyo último ejercicio disponible es de 2010, podemos comprobar que el número de afiliados a sindicatos en España en relación a la población activa es sólo del 16,4%. Una de las más bajas de la Unión Europea. Tenemos que tener en cuenta que según los datos del Instituto Nacional de Estadística, el 1 de enero de 2010, sólo un 2,5% de las empresas españolas tenía 20 o más trabajadores y que la mayoría de los afiliados pertenecen a empresas de más de 50 trabajadores. Es decir, la afiliación en España es bajísima.
Además, sólo el 47,4 % de los trabajadores trabajan en empresas con delegados o comités de empresa. En las empresas de menos de 11 trabajadores, sólo un 9,9% de éstos accedía a las elecciones sindicales; en las de 10 a 49 trabajadores un 32.6%; en las de 49 a 249 un 58,8% y en las de más de 249 trabajadores, un 73,9%.
Se puede ver por estos datos que las elecciones sindicales, como método de establecer la representatividad de los sindicatos dejan bastante que desear. La mitad de los trabajadores jamás ha votado en las elecciones sindicales porque no pueden o porque no quieren. Es más, el sistema sindical ha ido asimilando el funcionamiento del sistema político y al final nos encontramos con sistemas cerrados, en los que el control interno por parte de las cúpulas es absoluto y en los que la separación de intereses entre la estructura y las bases de la organización cada vez es mayor.
En España, la eficacia de los convenios colectivos es automática, es decir, se extiende para todos los trabajadores del ámbito del convenio de forma universal y sin que medie ningún mecanismo adicional. Los sindicatos mayoritarios firman más del 80% de los convenios. En principio ellos están legitimados para hacerlo (Artículo 37 de la Constitución Española), pero lo hacen sin la necesidad de la afiliación y sin el voto de los trabajadores.
No nos tiene que extrañar la escasa credibilidad del sindicalismo entre los trabajadores que han ido viendo cómo los sindicatos se han ido convirtiendo en meras oficinas administrativas, dependientes de intereses económicos y políticos y totalmente alejados de sus intereses, una y otra vez pisoteados en los acuerdos firmados por las centrales sindicales. Acordémonos del fracaso de la huelga general del 29 de septiembre de 2010.
La institucionalización de los sindicatos, en general, ha ido en contra de la defensa de los derechos del trabajador. En los últimos tiempos se han llegado a acuerdos que flexibilizan las condiciones de trabajo, que propugnan la “moderación” salarial, la implantación del trabajo temporal y precario y los contratos basura. Las reformas laborales, que coinciden siempre con pérdida de derechos laborales y sociales, están instaladas ya de forma permanente en la agenda de todos los gobiernos y han contado con el beneplácito más o menos explicito de los sindicatos mayoritarios que a lo sumo, han convocado en su contra movilizaciones de carácter simbólico que en ningún ha caso han profundizado ni continuado en el tiempo.
Veremos lo que pasa con la última Reforma Laboral del Gobierno de Mariano Rajoy. Se trata de una reforma que entre otros favores concedidos al empleador, abarata el despido y permite al empresario modificar a discrección las condiciones laborales de los trabajadores. De momento, los sindicatos han convocado manifestaciones en toda España para protestar por la misma. En esto estamos completamente de acuerdo.
Estaremos pendientes de futuros acontecimientos.
Otro tema controvertido en relación a los sindicatos es su financiación ya que como veréis se nutre en gran parte de subvenciones con cargo a los Presupuestos del Estado y de las Comunidades autónomas. Por su extensión he preferido tratarlo próximamente.
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