Wertgüenza o dimisión

De todos es sabido que los partidos políticos reparten las carteras ministeriales, cuando llegan al gobierno, como el que cambia cromos con los amigos. En la mayoría de los casos los que acceden a dicho puesto no acumulan méritos ni experiencia en la materia sobre la que van a gobernar y en ocasiones su nombramiento responde más a una cuestión de cupos: corrientes dentro del partido; regiones o comunidades autónomas; sexo, me refiero, por supuesto, a varón o mujer, no me entiendan mal. El culmen de esta situación se da cuando, sin rubor alguno, van pasando de una cartera a otra como el que hace trasbordos en el metro: de Administraciones Públicas a Educación y Cultura, de aquí a Ministro de la Presidencia y de esta a Interior, por poner un ejemplo. Digamos que asumimos que al fin y al cabo la responsabilidad es del conjunto del gobierno y los conocimientos, por así decir, residen en los cargos más técnicos. Entonces ¿que nos queda?, nos queda su labor de comunicación y de coordinación. Un ministro es, por así decir, el relaciones públicas, a alto nivel, del ministerio. Y es aquí donde entra en juego el personaje del que hoy quiero hablar. No es otro que Jose Ignacio Wert, responsable del Ministerio de Educación, Cultura y Deportes.


Tras un pequeño vistazo a su biografía he decir que me parece un tipo con una gran preparación y experiencia. Sí, no me miren así, con gran preparación y experiencia para cualquier cosa menos para dirigir el Ministerio de Educación. Ministerio que, a pesar de contar con escasas competencias, delegadas como están en comunidades autónomas y ayuntamientos, me parece de lo más importante para el futuro de un país, para la cohesión social del mismo y el desarrollo económico. Opinión que no debe de ser compartida por Mariano Rajoy a juzgar por la persona que ha puesto al frente. Como les decía, viendo que su experiencia en el sector del cual es responsable es nula solo nos queda pensar que su labor como relaciones públicas debe ser su fuerte. El problema es que no hay prácticamente ocasión en que sus declaraciones no me hagan sentir wertgüenza (perdonen el chascarrillo pero no he podido contenerme).


Porque wertgonzoso es que en un país con más de cinco millones de parados, casi 1.800.000 familias con todos sus miembros en paro y más de dos millones de niños viviendo por debajo del umbral de la pobreza el ministro justifique sus recortes y el aumento del precio de las matrículas preguntándose, retóricamente, "qué significa no tener recursos" y apostillando  “Que no se quieren dedicar recursos a eso (las tasas universitarias) en detrimento a usar recursos a otras cosas”. Se nota que no forma parte del 60% de trabajadores que no llega a mileurista.

Wertgonzoso es que el ministro justifique el aumento del número de alumnos en las aulas en un 20% diciendo que así los niños se relacionan y se sociabilizan. Supongo que nunca habrá tenido que lidiar, al mismo tiempo que educar, con veinticinco alumnos de primaria, incluidos dos o tres niños con necesidades educativas especiales, varios de ellos con dificultades idiomáticas y culturales por ser hijos de inmigrantes y alguno más proveniente de una familia desestructurada. Encima le tendremos que dar las gracias si nuestros hijos son simpáticos y educados.




Wertgonzoso es que en un país con un 50% de paro juvenil, el doble que en la unión europea, con más emigrantes que inmigrantes en 2011, 507.740 personas salieron de nuestro país por 417.523 que entraron, con toda la comunidad científica sufriendo la escasez de medios y de plazas en investigación, el ministro de educación frivolice con la idea de que el hecho de que los investigadores españoles tengan que salir del país no es algo "negativo" y que "es una de las mejores cosas" que pueden hacer en su carrera científica. Como si su labor fuera velar por la realización personal de cada uno y no asegurar que en España se den las condiciones suficientes no solo para atraer científicos de otros países si no al menos para mantener a los nuestros. Cosa que no sucede.

Wertgonzoso es que el ministro de educación frivolice hasta el extremo comparando las webs de descargas con traficantes de drogas y la situación en España con la de la piratería somalí. Ya de por sí son comparaciones desafortunadas pero más aún si se tiene en cuenta la oposición del Partido Popular a la Ley Sinde mientras era Zapatero el que la defendía. Más curioso aún si recordamos que este último aseguraba que "Erradicar la piratería cultural es tan urgente como en su día acabar con la piratería en los mares". Ya ven que no es lo mismo estar en la oposición que gobernando. Como decía Marx, Groucho, por supuesto, “estos son mis principios y si no le gustan tengo otros”.

Wertgonzoso es que ante una pregunta de la diputada del PNV Arantza Tapia sobre la educación en Ceuta y Melilla, únicos territorios gestionados por el Gobierno, el ministro se despache diciendo que, "por el momento", no se siente responsable de los resultados de estas dos ciudades autónomas y "difícilmente es imaginable una situación más complicada desde el punto de vista de la gestión de la educación" debido a la disparidad cultural del alumnado y la "avalancha marroquí" que va a "beneficiarse" de la enseñanza. Y no le niego la mayor, que debe de ser difícil gestionar la educación allí, pero un ministro es el responsable de solucionar tal situación y no un mero notario de una realidad poco menos que inmutable. Al menos podría molestarse en simular que algo se está haciendo.

Wertgonzoso es que un ministro de educación mienta, por desconocimiento o conscientemente, tanto da, para defender sus actuaciones. Mentira es que en California, Estado con población similar a la española, “solo existen diez universidades” como afirmó para justificar los recortes cuando en dicho Estado imparten estudios superiores hasta 146 centros universitarios. Mentira era que los manuales de texto de Educación para la Ciudadanía incluyeran las citas que usó para justificar su sustitución por la nueva Educación Cívica y Constitucional. Mentira era también que Francia hubiera solicitado a la UNESCO el reconocimiento de la tauromaquia como patrimonio inmaterial de la Humanidad tal y como Wert declaró para justificar no sólo la misma consideración en España si no “la extensión de las ayudas" para la promoción del mundo de la tauromaquia. 

Y me he dejado en el tintero, creo que ya me he extendido demasiado, la controversia sobre las becas, sus declaraciones sobre que “España tiene un problema con el dopaje” sin especificar más, el plantón de los rectores o sus opiniones sobre el movimiento 15-M.

Como ven no estoy entrando en el fondo de cada una de las cuestiones aquí tratadas, puesto que estar de acuerdo o en desacuerdo es cuestión de la ideología y opiniones de cada uno. Según el presidente de FAPAC, Wert "Es un tipo impulsivo, que practica la política del globo sonda y que, luego, muchas veces, tiene que salir a rectificar, con las consecuencias que eso tiene para la comunidad educativa", y esto, no es precisamente lo que necesitamos. Si España está en la UVI, tal y como parece, y el cirujano estima que no queda más opción que usar el bisturí, queramos o no, al menos podemos exigir que se nos hable a la cara, con seriedad y razones y no que se rían de nosotros. Por eso desde que aquí pido la dimisión del Ministro de Educación, Cultura y Deporte, Jose Ignacio Wert, hartos de tanta frivolidad o mala fe, no lo tengo claro, y al menos, aunque pobres, dejemos de pasar wertgüenza.


Comentarios

  1. Su opinión sobre este "ministro" me parece acertada, punto por punto y párrafo por párrafo. La suscribo totalmente. Enhorabuena por el análisis que ha hecho, y siento mucho que nos veamos inmersos en esta situación que le ha obligado a hacerlo.

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