La sombra de Aznar es alargada
En 2003 Alberto Ruiz-Gallardón fue como número uno en la candidatura del PP a la Alcaldía de Madrid. Parece ser que el entonces presidente del gobierno José María Aznar le encargó que así lo hiciera para hacer frente a la candidata del PSOE, Trinidad Jiménez. Había miedo de que Trinidad ganara a Esperanza Aguirre. Aznar le dejó caer que su mujer, Ana Botella, quería entrar en política, y él como chico servicial, la colocó en su lista como número tres.
Cuando apenas llevaba seis meses de mandato en la Concejalía de Empleo y Servicios Sociales, decidió trasladar su sede, en el distrito centro, al barrio de Salamanca. La mudanza suponía un gasto de 14,5 millones de euros. Gallardón tuvo que justificar el gasto y explicar que se trataba de unificar todos los servicios en un mismo edificio.
Bajo su mando, su Concejalía empezó continuando con la política social que venía marcando Gallardón: aprobó un plan de inmigración, basado en la formación e integración ; potenció proyectos de cooperación en Suramérica; e inició planes de ayuda a los jóvenes. Sin embargo, un buen día se propuso acometer una misión tan hipócrita como inútil: intentar eliminar la prostitución del centro de Madrid con el llamado Plan Montera. Resultado de la cruzada: gasto y esfuerzo improductivo.
En las elecciones de 2007 Botella ya fue de número dos. Ruiz-Gallardón la nombró concejala de Medio Ambiente. Los nuevos retos: limpiar el aire de la ciudad, la basura y la construcción de un Madrid Río que iba a ser la envidia de todas las ciudades de España.
A partir de aquí se van sucediendo los despropósitos en su carrera:
Ese mismo verano cabrea a los vecinos, cuando la concejalía anuncia un cambio en la ordenanza de basuras, que le permitirá comprobar si el reciclado de las basuras se hace correctamente, por lo que comienza a enviar fotos de los residuos para mostrar que la separación se ha hecho mal. Sin embargo, la medida es pronto rechazada por el Tribunal Superior de Justicia.
A principios de 2008, la edil culpó al “polvo africano” de la contaminación de la capital, olvidando que el 80% de la polución procede del tráfico. Los ecologistas la llamaron “ignorante” y fue reprobada hasta por la entonces ministra de Medio Ambiente, la socialista Cristina Narbona.
En los años siguientes, la concejalía de Botella inicia el acoso a las fiestas del Día del Orgullo Gay, que han convertido al barrio de Chueca en un referente internacional. En 2010, la organización tuvo que desplazar el centro de la fiesta de Chueca a la plaza de España y se recortó el tiempo de música de la plaza de Vázquez de Mella (el foco tradicional del festejo). Pese a ello, Botella expedientó a la organización con una multa de 35.000 euros. En 2011 llegaron los conciertos sin ruido (con cascos), porque Medio Ambiente vetó la instalación de un escenario en la plaza de Chueca.
Dada la incomprensión varias veces demostrada por parte de la señora Botella de las relaciones diferentes a las heterosexuales, es difícil creer que las trabas al evento de Chueca se hayan puesto únicamente por la contaminación acústica.
A principios de 2011 vuelve la polémica de la contaminación. La concejal se ve obligada a admitir que la ciudad supera los límites legales y asegura que pedirá una moratoria a la Unión Europea para cumplir con la norma, pero se niega a cortar el tráfico –“eso no es posible”-, medida que sí tomaría en agosto el Ayuntamiento durante varios días por la visita del Papa.
Lejos de admitir el problema del aire, volvería al asunto en julio, nuevamente en la Comisión de Medio Ambiente. “Yo no veo la boina esa de la que ustedes hablan”, afirma Botella (Echad un vistazo a “La boina de Rajoy”). En 2010 la media de dióxido de nitrógeno en Madrid fue de 44 microgramos por metro cúbico, cuando el máximo tolerable por la UE es de 40.
Otra polémica que ha vivido la concejal de Medio Ambiente tiene que ver con la suciedad de las calles de la capital. Resulta que la plantilla de barrenderos ha estado al 66% durante el verano por los recortes y se ha suprimido el servicio de limpieza y recogida de la hoja. La concejal no dijo nada. Su departamento defendió que el servicio “es muy profesional”.
Pues bien, después de esta trayectoria de la que a pesar de ser larga me he dejado muchas actuaciones y perlas dialécticas de la señora de Aznar, ayer día 27 de diciembre de 2011 (hubiera sido mucho más apropiado hoy día de los santos inocentes) juró su cargo de alcaldesa la señora Botella. La mano derecha de Gallardón Manuel Cobo felicitó a la nueva alcaldesa y ha loado su trayectoria política. "Es la mejor de nosotros, y en nuestro partido tenemos la costumbre de poner al mejor al frente", dijo Cobo. Incluso se ha atrevido a predecir que Botella será mejor alcaldesa que el propio Gallardón.
¿No es para alucinar con semejante cinismo y peloteo?
Botella, en su primer discurso como alcaldesa ha dicho: "Desde 2003 he comprobado cuánto progreso se puede generar desde el Ayuntamiento", para pasar a agradecer la labor de Gallardón, "un hombre que piensa en grande", y a reconocer la "referencia personal y política" que ha supuesto para ella su marido, el ex presidente José María Aznar. El pleno ha prorrumpido en aplausos por primera vez.
Cerramos el círculo, lo que empezó en Aznar, termina en Aznar. Este hombre sí que sabe cumplir los deseos de su esposa.
Comentarios
Publicar un comentario